LOS DUELOS DE LA ESPERA

 



Aún me duelen esos duelos que sangré cada mes durante tres años. 


En ese tiempo en que mis ciclos pasaban por las fases: fe, ilusión, duelo, desesperanza, cada vez tenía más claro que no era fértil y no quería pasar por un diagnóstico que me confirmara lo que ya sabía, que no estaba pudiendo quedarme embarazada.


Así empezó mi relación con Gaia, antes de que ella llegase, así empezó mi maternidad:


-aprendí sobre crianza porque me di cuenta que no estaba dándole a mi hija una espera respetuosa con sus tiempos y su ritmo, no confiaba en ella y en su capacidad de decidir qué es lo mejor, qué necesita.


-aprendí que el entrar en comparación entre madres y la rivalidad está presente incluso antes de la llegada de un embarazo y que tratar este tema nos permite regresar a la sororidad y que ello tiene un potencial de cambio social y estructural espectacular.


-aprendí que el cuerpo acompaña a la vida (saber esto es muy importante en el parto) y que el duelo que sentía cada mes me permitía trascender otros duelos que habían quedado escondidos.


-aprendí la importancia de soltar las expectativas.


-aprendí que muchas historias se callan pero que si te rompes y compartes tu dolor descubres que no estás sola y que no eres la única.


-aprendí que la gente que más quieres puede dañarte haciendo comentarios que la sociedad avala y promueve.


-aprendí que puedes necesitar sostén y no necesitar consejos.


-aprendí que el amor incondicional es amar ese bebé sin conocerle, simplemente por ser quién es, simplemente por ser.


-y aprendí que estaba dispuesta a amar a mi hija aunque quizás jamás llegase a la vida.


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